Había una vez un niño que vio una lluvia de estrellas, y el suceso le pareció tan hermoso que pensó: “yo quiero una estrella”. Él vivía en un pequeño pueblo lejos de la ciudad, todas las noches hacia el intento por tomar la estrella más grande, levantando sus brazos lo más alto posible hacia el cielo, pero era imposible alcanzarla, desilusionado y con lágrimas en los ojos se dirigió a su casa, estando ahí pensó:“¡ya sé!, le preguntaré al anciano Vicente, él debe saber cómo puedo alcanzar una estrella y llevarla a mi casa para que nos dé luz, a mi mamá, hermanos y a mi perro cachito”.
Tomada la decisión se dirigió a la casa de Vicente, caminó y caminó, el trayecto le pareció más largo que de costumbre (no era la primera vez que visitaba a Vicente), después de aproximadamente una hora de camino (que a él le parecieron dos), llegó a la casa del anciano y tocó la puerta.Una señora salió y le preguntó:“¿Qué deseas hijo?”. El pequeño preguntacon desesperación:“¿está el señor Vicente?”.
–“Sí hijo, sí está, pasa”.
– Vicente cuestiona: ¿Para qué quieres alcanzar una estrella?
– Para llevarla a mi casa y que nos dé luz.
– Pero Ángel (así se llama el niño), si ya tenemos una estrella que diario nos visita, nos ilumina, nos da calor, gracias a ella nuestras plantas crecen, dijo el anciano.
– ¿Cuál es esa estrella?,preguntó Ángel.
– Esa estrella es el sol.
– Pero ¿por qué es tan grande? y las otras ¿por qué son pequeñas?
–No son pequeñas, lo que sucede es que se encuentran muuuuy lejos y por eso parecen pequeñas, como el Cerro de San Ferrer, que visto desde aquí parece pequeño, pero visto de cerca es muy grande.
– Gracias Vicente.
Excelente cuento Salvador. Muy buen trabajo. La ortografía baja tu puntuación. Tienes 9 de calificación. Lourdes Chávez
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